
Paz Baeza Bischoffshausen. Agosto 2006
La alfabetización inicial es un proceso que todo niño y niña vive a partir de su nacimiento, mediante sus experiencias y las constantes interacciones con los adultos y el medio. Dicho proceso se basa en el reconocimiento de los símbolos, como las letras y los números presentes en el material impreso, con lo cual, comprenden la función comunicativa de ellos.
Es por esta razón que se hace sustancial proveer a los niños y niñas desde temprana edad, de un ambiente rico y textualizado, tanto en expresiones verbales como no verbales, puesto que, el aprender del mismo ambiente en el que se desenvuelven y desarrollan día a día, generará en ellos la concepción de los conceptos y utilidad de la lectura, la escritura y de los números. Es necesario reflexionar acerca de la forma de proveer a los niños de dichos contextos, pues no es tan trascendental la enseñanza que demos, sino que más bien importa el aprendizaje que él vivencie, es decir, lo fundamental aquí, es usar adecuadas estrategias, mediante material impreso significativo y autentico— de la vida cotidiana— que motive, e inicie una sed insaciable de dar utilidad a esos símbolos abstractos.
Como ya mencioné, el núcleo central de este proceso no lo constituye la enseñanza que se dé, sino que más bien, el aprendizaje que se logré, lo cuál se hará posible mediante la construcción de conceptos sobre el ambiente y la cultura en que los niños y niñas se desenvuelven, permitiéndoles utilizar el lenguaje en situaciones diarias y comunicarse con las personas del medio en que se desenvuelven. Por tanto, puedo decir, que son tres los ejes que constituyen el centro de la alfabetización inicial: el constructivismo, la funcionalidad y la interacción con la comunidad.
Como es sabido, el nivel de desarrollo que los niños y niñas alcancen en la primera etapa de la vida, es determinante en la capacidad cognitiva y el futuro potencial de dichos sujetos, por lo que se hace fundamental tener en cuenta que son cinco los hitos que permiten el logro del proceso en cuestión: lograr la conciencia acerca del material impreso, conocer el alfabeto, desarrollar la conciencia metalingüística en sus tres áreas—
Fonología, semántica y sintáctica—, tomar conciencia de los números y las operaciones, además de la conciencia del espacio y las formas. Es por esta necesidad, que la atención que se de a los infantes, por breve existencia que tengan, no pueden enfocarse sólo en el cuidado físico, puesto que eso derivará en un retraso en su lenguaje y en su función comunicativa, las que claramente no son independientes de los distintos planos cognitivos y conductuales de los niños y niñas.
La escuela y la educación también forman parte importante en el logro de esta capacidad, pues su rol es acercar a los niños y niñas hacía una cultura letrada, mediante un contexto significativo y cerceno a ellos, que les motive, les haga pensar y reflexionar, para adueñarse de la alfabetización y lo que ello implica: la lectura, la escritura y la función comunicativa del lenguaje, permitiéndoles en un futuro no muy lejano, sus propias producciones de textos con fines y propósitos personales.
En síntesis puedo decir que no se trata de una opción de enseñanza, sino que más bien una necesidad de aprendizaje de niñas y niños en la sociedad actual, por lo que constituye una responsabilidad única para padres, educadores y adultos en general, frente a aquellos que sin poder expresarlo, merecen de nuestro apoyo, valoración y utilidad de sus capacidades.
Finalmente, no queda más que entregarse por completo a esta tarea, que puede comenzar con un acto tan simple como permitir que los niños y niñas tengan accesos constantes a gran variedad de material impreso, como revistas, diarios, textos, cuentos, cartas, listas de compras, boletas y un sin fin de ambiente letrado, que fomente la comodidad frente a ellos y la comprensión de las diversas funciones de cada uno.
…No pretendamos alfabetizar a nuestros niños,
propongámonos motivarlos y guiarlos, que ellos
se encargarán del resto…